martes, 26 de noviembre de 2013

Argentina le toma el pelo a Repsol y a sus accionistas

Esta mañana nos hemos despertado con la noticia de que Repsol y Argentina, han llegado a un principio de acuerdo en relación a su conflicto por la expropiación de YPF. Aunque parece un acuerdo empresa-gobierno, todo hace ver que ha sido gobierno-gobierno por lo que se ha pactado es una especie de take or pay, es decir, se ha ninguneado a la compañía y al accionista.

¿Por qué creo que esto es así?

Partimos de un hecho muy claro que no admite discusión. Repsol hace unos años controlaba YPF, exactamente el 51%, hasta que en una maniobra orquestada por unos imberbes e insolentes asesores de la nueva cacique del sur, Cristina Fernández de Kirchner, se decidió argumentar una expropiación de esas que sólo ocurren en ciertos países. Un “me lo expropie, oiga”. Ya saben.

Repsol no se amilanó, protestó y pidió amparo a su país de origen, cuya respuesta en un principio fue bastante ajustada. Recuerdo unas palabras del Ministro de Industria en las que se vino a decir que la respuesta no se haría esperar y que sería contundente. Bueno, no fue lo que debía de haber sido pero sí fue rápida al menos pues se limitaron las importaciones de biodiesel desde Argentina, causando un choque diplomático de cierta relevancia. Al margen de lo que ocurrió, que como todo lo pasado no es más que historia, la realidad es que Repsolestaba, o eso pensaba yo, convencida dedefender sus intereses y los de los accionistas y bonistas. Legítimo y obligado. Pues no ha sido así.

Argentina y España pactan unas condiciones que no son las que Repsol habría deseado.

Falta conocer mucho del acuerdo, pero de lo que se ha filtrado hay dos cuestiones claras. La primera es que la negociación ha sido como decía totalmente bilateral entre gobiernos y excluyente con Repsol, en gran medida como consecuencia del fuerte rechazo que la cúpula de nuestra empresa tiene en el país, personificado en su presidente Brufau. Hasta tal punto parece que ha sido así, que en la misma negociación se ha puesto la cabeza del presidente como condición. Eso es un punto. La otra es que no es un acuerdo que, insisto, beneficie al accionista.

Los 5.500 millones de dólares no compensan ni de lejos la valoración de partida que se tenía en los libros en abril de 2012, cuando se expropió YPF, y que ascendía a 15.000 millones de dólares. Estamos hablando de un tercio. La cantidad podría ser razonable si se hace un ejercicio simplista pues se pasa de 15.000 millones a cero y de cero a 5.500 millones. Sin embargo,se ofrece cobrarlos a través de deuda pública cuya calificación crediticia está en la basura, literal, desde hace años.Argentina ha sido el último país relevante, que no grande, en caer en default. Lleva una década apartada de las emisiones internacionales y su credibilidad y su garantía en el pago es más que cuestionable. Repsol, sus accionistas y bonistas, recibe a cambio de algo que es legítimamente suyo un activo de dudoso cobro que puesto en precio es cero, es decir, se sigue llevando nada.

Lo alucinante es que el mercado premia la acción y los títulos han llegado a subir un 5%, es decir, algo más de 1.000 millones de euros (1.350 millones de dólares). Y el argumento que dan la mayoría de brokers es que “eso es mejor que nada”. Yo llevo mucha experiencia a mis espaldas y hace falta valor para firmar eso en un informe, contarlo al cliente y venderlo con una recomendación de compra. Me parece increíble.

Resumiendo, el acuerdo sólo beneficia a una parte: Argentina. Si tan segura estabaKirchner de sus argumentos, no le debería haber dado miedo acudir a un tribunal de arbitraje internacional, donde por otra parte habría perdido con toda seguridad porque en el mejor de los casos se quedaría con la expropiación pero sería condenada. No pagaría igual, es decir, Repsol estaría como está ahora, insisto que esos bonos basura no valen nada, pero Repsol habría defendido legítimamente sus intereses y habría obtenido una victoria que para algunos es moral, lo que en finanzas equivale igualmente a cero, pero sí reputacional. Eso, que parece una chorrada, tiene mucho valor. Ahora el accionista se queda sin su activo, posiblemente sin su presidente y con una cara de tonto que le debería llegar al suelo. Así está la seguridad jurídica en algunos países.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Absurdo debate sobre la igualdad salarial

Ayer domingo tuvo lugar en Suiza uno de esos ejercicios vicios que genera la democracia, como son los referendum, convocados con cierta frecuencia, siempre a petición popular, con motivo de pretender ser una expresión de opinión sobre un debate de interés, digamos nacional. La cuestión es que se sometió a votación popular la regla 1:12, por la cual se pretende que ningún directivo gane más de 12 veces lo que en promedio es el coste de un empleado, se sobre entiende de la misma empresa. Felizmente la expresión del voto rechazó la propuesta aunque eso no evitó la difusión interesada y sesgada del debate, por parte de los medios más afincados en una supuesta defensa de la libertad.

Este tema, ya ha sido desarrollado desde distintos ángulos en este período de crisis económica, financiera y moral, este último término lo añado siempre yo, que atraviesaEuropa y cuya resolución está lejos de ser una realidad (al menos en dos de los tres disciplinas citadas). La conclusión a la que llego es siempre la misma, el debate no puede ser más falaz, populista y vacuo.

De entrada las empresas no son de los reguladores, ni de los políticos, y por supuesto gracias a Dios, de los sindicatos. Son de los accionistas. Sea uno o sean millones. Si es uno con más razón pues esa figura es la del empresario, el mismo que en algún momento en el uso de sus libertades arriesga su patrimonio y su capital por crear algo de la nada. Si son millones también es legítimo pues son muchas opiniones y por tanto votos, que ejercen el control y manifiestan su premio o castigo sobre la gestión de los directivos y empleados.

Así pues establecer cortapisas a las remuneraciones en las empresas de capital privado, me da igual la figura jurídica que adopten, no es más que una injerencia amoral en las decisiones privadas y una intromisión brutal y desfachatada en el ejercicio de la libertad económica.

Admito el debate en las empresas públicas, pues su monstruosa presencia y tamaño son causa activa de la crisis europea. Estas empresas existen gracias a la herencia de años de socialismo y recorte de libertades. ¿Qué mayor recorte a la libertad empresarial si no es el decirle a un empresario lo que debe distribuir como renta salarial? ¿Acaso eso no es un síntoma de la anhelada tabla rasa de falsa igualdad que promueve la izquierda más recalcitrante europea? Sí, la misma que pretende acabar con las desigualdades haciendo que todos seamos iguales, y como la historia demuestra, más en lo malo que en lo bueno. No hay nada más igualitario que evitar la desigualdad entre el usuario de un Ferrari y el de un vehículo de la gama más baja posible, imponiendo la obligación de que nadie tenga coche o que todos usen el mismo modelo (todos nos acordamos del modelo Lada).

Eso es lo que se busca con medidas tan absurdas como la igualdad de salarios.

Ellos lo llaman “acortar la brecha social”. El populista Daniel Häni, que ni siquiera pertenece a la rama económica sino al cine (no sorprende, verdad?), pretende que los sueldos en Suiza sean universales, de tal manera que todos cobren lo mismo (1.800 euros). Implantar el ultrasocialismo, vamos. La propuesta sometida a referéndum en Suizabusca limitar los salarios de tal forma que en un mes, un alto ejecutivo no cobre lo que un empleado medio en el año. Esa es la original propuesta para conseguir que todos, con independencia del tiempo que le dediquen, el esfuerzo, los riesgos en la toma de decisiones, la cualificación, la experiencia, el conocimiento, etc, tengan el mismo premio.

El premio es doble. De un lado conseguirían desincentivar al crecimiento profesional con la famosa teoría socialista (muy española), de “para que me voy a esforzar si voy a cobrar lo mismo”. De otro lado, provocaría una fuga de talento sin precedente en un país que, pese a lo que cree la gente, no es sólo banca. Los servicios financieros son la tercera contribución al PIB, muy por debajo de industrias manufactureras y de servicios, donde hay talento en la dirección y cualificación en una mano de obra, generosamente pagada.

Sólo la trasnochada mentalidad socialista en su obsesión por hacer que el rebaño sea más controlable puede promover algo tan absurdo como igualar los salarios. Como si el mal llamado estado del bienestar dependiese de que un peón de fábrica cobrase lo mismo que un directivo con seis idiomas, una rica formación, experiencia y conocimiento.

Por cierto, los países con teóricas mayores desigualdades laborales son los que gozan de un mayor estado del bienestar, calidad de vida e igualdad entre sexos y razas. La brecha salarial en el Ibex es de 90 veces mientras que en Suiza puede alcanzar hasta las 200. Comparen cualquier indicador económico, laboral o de vida, el que sea, entre ambos países y entenderemos de qué estamos hablando.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Un año excepcional del Equity sobre el Treasury




El BCE se equivocó bajando tipos

Hoy Expansión publica una muy interesante reflexión de Hans-Werner Sinn, presidente del instituto IFO alemán, en el que se muestra contrario a la rebaja de tipos llevada a cabo recientemente por el BCE. Básicamente, Sinn establece que no se puede determinar un riesgo de deflación en Europa atendiendo a la evolución del índice IPC por regiones, es decir, argumentar esa posibilidad por el comportamiento de los precios de algunos países en base a las caídas recogidas en octubre en Grecia, Chipre e Irlanda, cuando el resto de países, aun por debajo del objetivo máximo de inflación del 2%, están lejos de ese nivel, Alemania entre ellos. Se puede entender que hay un riesgo si consideramos que a esos tres países, poco representativos en términos relativos y absolutos, se les podría sumar de manera inminente Portugal y España, cuyos índices están estancados y dan señales de caída. Italia sería la otra gran amenaza.

Bajo esa condición sí tiene sentido hablar de riesgo de deflación por lo que el BCE, bajo su tesis de política monetaria, estaría de alguna manera anticipándose a ese riesgo recortando el tipo oficial. ¿Qué es lo que busca con ello? Fundamentalmente evitar que los consumidores sigan posponiendo sus decisiones de consumo trasladando al futuro su expectativa de gasto. Con niveles de inversión bajo mínimos, el gasto público muy acotado y siendo demasiado dependiente de la contribución externa de la actividad industrial, eso pondría en evidente riesgo la frágil recuperación de la zona euro. Es decir, se ven riesgos de que el motor del crecimiento, el consumo, acabe definitivamente gripado.

Lo que subyace detrás de esa idea de inflación no es otra cosa que la devaluación que estos países deben seguir sufriendo para, en palabras de Sinn, “corregir las distorsiones provocadas antes de la crisis por la burbuja crediticia inflacionista”. Totalmente de acuerdo. Rebajar tipos es una señal de miedo dentro de una política errática que pretende ahora promover un crédito que no está ni se le espera por mucha rebaja artificial del precio del dinero que se introduzca. Qué curioso resulta que precisamente no supiese atajar en su momento de mayor desarrollo la burbuja de exceso de liquidez y ahora pretenda hinchar una nueva cuando el proceso de desapalancamiento posiblemente no esté ni el ecuador.

Hasta qué no se entienda que la salida se debe plantear a una década vista con dos únicos objetivos: desapalancamiento en las deudas y en la carga de lo público sobre la economía, sobre todo la que es a costa de los contrubuyente

Esto demuestra el callejón sin salida en el que se encuentra ahora mismo el BCE. Con una división evidente en su seno, comandada por alemanes, austríacos y holandeses, busca reactivar políticas de gasto a través de una inflación artificial que se trasvase del norte al sur, canalizando los ahorros de por ejemplo los alemanes hacia, por ejemplo, los activos españoles, lo cual por cierto explica muy bien el recorte de la prima de riesgo más reciente y que no se debe a una mejora sustancial de la economía como ahora todos los dirigentes bancarios sin excepción se esfuerzan por pregonar. Algún interés espurio tendrán en ello, como siempre.