Estos últimos días los bancos
españoles han comenzado la publicación de sus resultados trimestrales y algunos
datos son esclarecedores sobre la situación del crédito en nuestro país. Después
de ajustes por el efecto de un mayor perímetro de consolidación, los bancos
siguen reduciendo el volumen de créditos. No son ya las últimas cifras,
coincidentes con una sorprendente oleada de optimismo que tuvo su culmen con el
desembarco inversor del multimillonario Bill Gates, sino que desde el inicio de
la recesión, el crédito bancario viene experimentando una contracción acorde
con la crisis por la que atraviesa el sector financiero.
La visión llamémosla más
simplista de la situación, señala a la banca como la responsable de esa sequía.
Siendo literales se entendería que esa afirmación es cierta, pues es la banca
comercial, además de los bancos centrales, la única que tiene capacidad para
crear dinero en forma de créditos. Entendido ese monopolio, existen corrientes
críticas con los mismos bancos por el hecho de crear un circuito de
conveniencia con el Banco Central Europeo, quien provee de liquidez a la banca
con un fin teórico de canalización hacia al tejido industrial y de consumo que
finalmente no se produce por eso que en economía se llama “efecto crodwing out”,
es decir, por un desplazamiento de la inversión privada por la deuda pública,
que es la que atrae esa liquidez creada por el organismo financiero central y
canalizada a través de los bancos.
Siendo cierta la afirmación de
que la inversión se está viendo retraída por un uso del crédito diferente del que
se le presupone, también es cierto que gran parte de la opinión pública está
haciendo un uso maniqueista de los bancos. A su culpabilidad manifiesta en
muchas de las causas del derrumbe económico español hay que sumarle el hecho de
que las inyecciones de liquidez del BCE, los bancos españoles tienen un saldo
deudor con el BCE equivalente al 25% de nuestro PIB, no están llegando a la
economía real.
Volviendo a los datos más
recientes, contrasta ver como algunas entidades publicitan en sus oficinas
miles de millones en créditos avalados y sin embargo el dato real muestra un
decrecimiento superior al doble dígito. Volviendo a los datos más recientes,
una entidad nacional de primer nivel anunciaba a través de su consejero
delegado que no se esperaba una mejoría del crédito hasta bien entrado 2014.
¿Por qué el crédito sigue
acumulando trimestres de caída? Porque el sistema financiero español se
encuentra en una profunda reestructuración que, entre otros muchos factores de
importancia, supone reequilibrar sus balances. ¿Y eso qué supone? Un profundo
saneamiento y un progresivo desapalancamiento. Pero para sanear algo que está
dañado lo que no se puede es conjugar la palabra crecimiento. Me explico. Es de
sobra conocido que el crédito en España está viciado desde hace una década en
algo más de un tercio, lo que supone que uno de cada tres préstamos concedidos
o no ha tenido cobro, es decir ha experimentado un default, o está en serias
dudas de pago, de ahí que la mora aumente sin parar.
Es lógico y comprensible por
tanto pensar que los bancos, muchos soportados con dinero público, no pueden
sanear sus balances si por otro lado están incorporando nuevos préstamos a
compañías que, con independencia de su situación financiera actual, forman
parte de un entramado en gran medida insolvente.
Pedir que el crédito vuelva es llamada
agónica de empresas que lo emiten porque necesitan desesperadamente inyecciones
de liquidez para su supervivencia. Sin embargo, los bancos se encuentran en una
situación similar, no todos o al menos en proporciones diferentes. Por eso los
bancos se justifican exponiendo una muy limitada oferta de crédito pero a
precios inalcanzables, porque se entiende que la demanda es insolvente o que su
capacidad de pago es muy baja.
El principal problema de la
economía española, además de su deficitaria estructura y del sostenimiento de
un absurdo, por costoso y desfasado, gasto social, es que muere por un exceso
de crédito, y ese es precisamente el error que hay que subsanar. No se puede
sanar a un enfermo crónico aplicándole el mismo mal que le aqueja. Eso sería
como aplicarle una eutanasia pasiva.Por ese motivo, el escenario que
se presenta en torno al crédito seguirá siendo desalentador. La financiación
solvente es muy escasa porque los que acreditan esa condición son igualmente pocos.
Para la gran mayoría, la que demanda crédito para pagar deudas, los brotes
verdes lamentablemente no solo aparecen sino que no hay siembra y por tanto no
se esperan.