De nada se ha de tener tanto miedo como del miedo. (Franklin D.
Roosevelt)
Vivimos
una época en la que el miedo se ha convertido en un activo más. Tiene su
precio, se negocia y se valora. Miedo a revivir el pasado, miedo a lo que
deparará el futuro. Los agentes lo intercambian como un activo más. Los que
tienen aversión para cubrirse, los que no para sacar partida de los que sí. Así
ha funcionado esto cuando aparece ese comportamiento del inversor y se hace
extensivo a casi todos.
El
gran temor ahora mismo es al movimiento que se puede ir generando en torno a la
deuda. El Treasury (ver gráficos inferiores) ha iniciado un cambio que
empieza a poner nervioso a más de uno ante la posibilidad cada vez más cercana
de que la Fed ,
ahora sí, esté ante una inminente salida de su política monetaria. Viendo la
curva americana, el diferencial abierto en el largo plazo -en un mes +30pb
cuando en los cuatro meses anteriores apenas se movió- confirma una posibilidad
con la que coincido. No sé si será en el último trimestre o el primero del año
que viene, pero lo cierto es que la economía americana está emitiendo un mensaje
de cambio en su política monetaria.
Eso
que debería apuntalar el movimiento ya iniciado a finales de año de rotación de
la renta fija hacia la renta variable, para muchos ahora no está tan claro
básicamente por el miedo a errar en el timing. Prueba de ello es que en
el último mes el SP500 no se ha movido un ápice. Después de sus máximos
y con en el actual multiplicador normalizado de beneficios en su media
histórica, difícilmente podría justificar un nuevo giro a máximos que se pueda
catalogar como sostenible. De hecho, son la renta variable europea y la
japonesa las que más se han movido. Una porque no sabe qué hacer, hay un
excesivo miedo a equivocarse, y la otra por temor simplemente a que su propia
política expansiva sea errónea o ineficaz, y los asiáticos tienen mucho miedo a
quebrar la confianza sabiendo precisamente de dónde vienen.
Y
es que la política del Banco de Japón, preocupa y mucho. Al menos a mí
personalmente. Su ultra expansiva política monetaria parte de un error
conceptual, que es buscar la inflación antes que el crecimiento. Es cierto que
la economía creció un 4,1% en el primer trimestre pero gracias a un sector
público que sigue siendo el motor del crecimiento, a una devaluación sin
complejos de su divisa, pero lo más importante, sin generar la inflación
esperada en el consumo.
El
dinero es evidente que está saliendo de Japón buscando rentabilidades.
Lo cual no necesariamente tiene que ser bueno salvo para los ultra alcistas.
Los bullish del corto plazo están encantados porque ven como los
yenes vendedores han estado comprando activos en otras divisas, impulsando los
precios de la deuda y de la renta variable.
El
GPIF, el mayor fondo de pensiones público del mundo, ha realizado un
cambio que ni dos décadas de estancamiento económico ni un estallido nuclear
han sido capaces de provocar, hasta que llegó Abe con su “abenomic”. El
peso de los bonos japoneses sufrirá un cambio histórico en el medio plazo para
reducir su peso 7 puntos porcentuales hasta el 60%. Las acciones locales
también bajarán su peso hasta el 11%. ¿A dónde irán esos ocho puntos diferenciales?
Pues a bonos foráneos y renta variable, preferentemente europeos.
Estamos hablando de un fondo que gestiona 1.3 billones de dólares
aproximadamente, por lo que extrapolando un poco las cifras podríamos estar
hablando de unos cien mil millones de euros que buscando “gangas” en Europa.
¿Y
por qué todo este movimiento?
Porque
a nivel global, hoy se busca desesperadamente yield, y eso
comporta un riesgo porque hay miedo inherente a tomar decisiones y, porque a
pesar de las señales, nadie tiene claro que haya que salirse del refugio que
hasta el momento han supuesto los bonos más conservadores. Por eso, esos
activos llamados core están tensionando a mucha gente. Ahora mismo la gran
mayoría no sabe en qué escenario moverse. Los alemanes han levantado una
polvareda tremenda sobre la validez de la OMT para concluir que no saben qué
jurisdicción es la válida mostrando una considerable división en su aceptación
como mecanismo de actuación por parte del BCE. La historia de siempre
pero más enfangada si cabe. Eso sí, se añade algo de humo a la niebla no sea
que la burocracia vaya a ayudar y se equivoque.
Miramos
lo ocurrido en las últimas semanas en la deuda periférica (ver gráfico del 10
años español) y volvemos a la palabra miedo. España tardó segundos en
sacar pecho de la escasa macro que sopla a favor lo cual mosquea mucho a los
que tenemos que gestionar el dinero pues somos los que asumimos las
responsabilidades.
Estamos
abriendo una peligrosa ventana de incertidumbre, como no puede ser de otra
manera en Europa. No sé si es una cuestión de división o de falta de
consenso, pero lo que sí percibo es una evidente dosis de nerviosismo. En otras
palabras, por enésima vez en cinco años, nadie sabe hacia dónde vamos.
Este artículo fue publicado en El Confidencial el 13 de junio de 2013
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