jueves, 17 de enero de 2013

Banco de España killed the radio star


La sorprendente decisión del Banco de España la semana pasada de limitar las remuneraciones en el pasivo y eliminar así las cuentas extratipadas, se constituye como la enésima medida cuestionable en este caos en el que se ha convertido la reconstrucción de nuestro sistema financiero.
Resulta que como el sector bancario no ha tenido suficiente apoyo por parte de los burócratas del Banco Central y de los políticos, unos por exceso -de celo- y otros por defecto -intelectual-, ahora “encuentra” otro aliado en el Banco de España. ¿Inesperado? No, para nada. Estas cosas no surgen por casualidad, y menos por falta de conocimiento de las partes. Lo que ha hecho nuestra máxima autoridad monetaria es intervencionista y descaradamente favorecedor hacia un sector que, estarán conmigo, dudo mucho que haya acumulado méritos suficientes como para semejante prebenda.
Limitar la remuneración del pasivo puede parecer desde fuera que está bien. Así se evitan guerras comerciales en un momento en el que las entidades deben tener mesura y aportar equilibrio desde el pasivo, en su intento por contener la hemorragia de pérdida de valor en que se encuentra su activo, y por la falta de negocio real. Capar las rentabilidades en productos como bonos y pagarés, idea surgida en paralelo con la anterior, también puede parecer otra medida de moderación para evitar que las entidades incurran en riesgos superficiales, pues al fin y al cabo, se ha puesto mucho dinero en el rescate del sector. Visto así hasta parece tener sentido, pues se establece un marco teórico para que las entidades no disparen sus costes, ni sus riesgos.
Vamos a ver si nos vamos enterando de la película, porque si seguimos leyendo comunicados oficiales y mensajes de los burócratas, acabaremos como Malcolm McDowell en su forzado aprendizaje de la “verdad” retratado en La naranja mecánica. Esta medida es anticompetitiva, y lo es porque intervenir en un mercado de libre negociación estableciendo precios lo ha sido, lo es y lo será. El mercado eléctrico español es un ejemplo de libro de intervencionismo y de falsa competencia. Si se trasladan al sector bancario medidas similares se restringe a los ahorradores, estirpe ya marginada por este infame gobierno por la asfixiante subida impositiva acometida, sus posibilidades de elección. Por poner un ejemplo, en plazos de un año, el pasivo remunerado rentará como máximo el 1,75%, un punto intermedio entre el tipo oficial del dinero y la inflación actual, que no está mal, pues supera la deuda pública a igual plazo, eso sí, antes de impuestos. Pero si miramos plazos largos, la remuneración máxima recomendada es ridícula. Y luego nos dicen que el dinero en España, que no salga (legalmente) del país. Jaja, señor Montoro.
Pero fíjense como de incongruente es la medida, que si la banca más solvente se “rebela” y ofrece tipos más altos a costa de su solvencia, provocará un daño importante a aquellas entidades con ratios de capital más comprometidos, obligándoles a salir a buscar financiación al mercado a costes mucho más elevados. Así, Banco de España limita inicialmente la competencia y la oferta, pues hay un máximo tácito, pero deja la puerta abierta a una competencia dañina si los más fuertes se saltan la norma, que lo harán porque ya existen precedentes (el Libretón del BBVA y la Supercuenta del Santander rompieron el mercado en dos ocasiones).
Pero no me quiero ir por las ramas con lo que podría ocurrir si los bancos optasen por una vía u otra. Lo normal es que el sector se alinee y rebaje de forma generalizada la remuneración de su pasivo, algo que ya está sucediendo. De esta manera, todos felices, pues arañan unas décimas en su coste financiero y ganan margen de intereses. Mi cálculo preliminar es que ganarán en márgenes del orden de 1.500 millones de euros, casi llovidos del cielo. Por lo tanto, la medida además de restrictiva para la competencia, es tendenciosa pues beneficia al sector. E insisto, sus méritos son más que cuestionables.
Pero no todo es miel sobre hojuelas para los bancos. Hasta la fecha, se venían ofreciendo tipos que por lo menos cubrían en el mejor de los casos la inflación. La estrategia era migrar clientes de productos fuera de balance a su pasivo mejorando su gap comercial. Si las comisiones de los fondos bajaban, o mismamente estos últimos perdían atractivo por las condiciones de mercado, lo mejor era no esperar la pérdida del cliente o de su dinero ofreciéndole un depósito con una remuneración atractiva en términos reales. Ahora cambia la estrategia y la migración tiene sentido que sea hacia productos fuera de balance.

Pues no esperen que esto vaya a suceder de manera tan natural como lo fue en primera instancia. Las entidades van a tener que dar lo mejor de sí en la gestión de sus fondos si quieren evitar que sus clientes se vayan a aquellas entidades que puedan o quieran extratipar su pasivo. A partir de ahora, las gestoras tendrán que ofrecer producto bueno y con valor añadido. Igual es defecto de actuación mío, pero desde luego lo que no debería hacer el cliente de banca es ser conformista, algo obligado con independencia de esta nueva medida. Nada de un fondito garantizado, una cestita diversificada. No. Ahora hay que poner el talento a trabajar y ofrecer valor, para lo cual no están preparadas muchas de las gestoras. Por suerte, en este país, hay muy buenos profesionales en este campo. Otra cosa es que les dejen librarse del corsé en el que les han metido. Y no les va a resultar fácil porque los productos más conservadores utilizan su liquidez precisamente en estos depósitos ahora penalizados. ¿Saben quiénes son los realmente beneficiados por todo esto? La banca privada emergente y las boutiques de gestión con producto de calidad.
Pero volviendo al tema que nos ocupa y preocupa, yo es que no lo entiendo. Si el Banco de España pretende limitar la guerra comercial y que las entidades ofrezcan precios “más razonables” (no lo digo yo) por el ahorro ¿por qué no lo hizo antes cuando hemos vivido más de un año con esta guerra? ¿por qué no se reaccionó después de introducir la tibia medida que era elevar la aportación al FGD? Porque desde hace tiempo, vivimos en un corralito financiero cada vez más a la vista por la descapitalización de la banca y por el intervencionismo estatal de no dejar caer entidades, quemándose a lo bonzo electoralmente el partido de turno. Si los afectados por las preferentes quieren igual trato y protección que los directivos bancarios, imagínense lo que podría ser una protesta generalizada de ahorradores pero multiplicada por 10, porque no han podido recuperar sus ahorros, un riesgo permanente en el que vivimos. Ni los clientes están preparados para entender la realidad del sector bancario ni mucho menos el Banco de España para cambiarla. Así que, mejor desviar la atención.
No me quiero aventurar mucho en juicios de valor, pero en un momento en el que la gente está muy, pero que muy mosqueada con las preferentes, y justo cuando surgen sospechosas desavenencias y una aparente falta de rigor en los inspectores del propio Banco de España, me parece que este paso es una vía descarada para desviar la atención. Además de ser una medida negociada con la banca para su beneficio.
Artículo publicado en Cotizalia el jueves 17 de enero

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