Hace no mucho más de un año, el
nivel de riesgo de la deuda pública española alcanzaba unas cotas históricas y difícilmente
imaginables fuera del contexto de gravedad de la actual recesión económica que
sufre nuestro país. Desde entonces, el camino emprendido por el diferencial
entre el coste de la deuda con su referencia alemana, ha emprendido un camino
de corrección que, lejos de estar normalizado, nos sitúa en un nivel más
razonable. Llegados a este punto la pregunta resulta evidente ¿es este el nivel
que le corresponde a la prima de riesgo?
Para entender la ampliación de
ese diferencial conviene recordar que el mismo se genera por una serie de factores
coincidentes que todavía hoy perduran aunque en diversos estadios: una crisis
de crecimiento global, principalmente en Europa; la explosión de la burbuja
generada en una serie de activos, fundamentalmente inmobiliarios; unos niveles
insoportables de deuda, en su mayor parte pública; y, por último, un
insostenible déficit de gasto público.
Encontrándonos en el ecuador del
proceso de ajuste de nuestra economía para corregir esos desequilibrios, y
quizás pasado lo peor en relación a la posibilidad de un rescate, se puede
afirmar sin temor a equivocarse demasiado que la prima de riesgo se encuentra
en un proceso de normalización en la medida que los inversores perciben que
esos factores comentados, se encuentran en vías de corrección. La cuestión es
encontrar el equilibrio teórico que corresponde al diferencial.
El Gobierno se muestra muy
optimista, quizás demasiado, al fijarse un nivel en el corto plazo afirmando
que antes de fin de año la prima de riesgo se situará en los 200 puntos básicos
frente a los poco menos de 280 puntos actuales. Un error de bulto pues esas
declaraciones condicionan mucho al inversor y ya sabemos qué ocurre cuando se “venden”
brotes verdes. Hoy por hoy, resulta imposible determinar el nivel apropiado
pues los riesgos siguen siendo evidentes y el camino por recorrer muy largo. Lo
que no cabe duda es que el impacto de
esa reducción puede haber marcado la diferencia con un rescate, y por tanto,
permitir esquivar la imposición de unas medidas dolorosas para la economía.
Solo el tiempo dirá si eran inevitables.
Este artículo fue publicado en El Mundo y elmundo.es el 13 de agosto de 2013
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