Los caminos Prisa son
inescrutables. Eso que puede sonar blasfemo es una realidad. La capacidad que
tiene esta empresa para reponerse cuando más al filo del abismo está, es
increíble. Posiblemente sea una de las compañías que he visto en mi vida con
mayor capacidad para levantarse una vez besada la lona. Ser un imperio,
aunque venido a menos, es lo que tiene.
Esta semana hemos sabido, previa
filtración interesada, que la primera ronda de negociaciones del proceso de
refinanciación en el que se encuentra, de nuevo, se ha saldado con aparente
éxito. La euforia no se hizo esperar y la acción en menos de una semana ha
rebotado más de un 30%, justo después de marcar mínimos históricos. Dicen
también que justo después de que un miembro de la familia Polanco
comprase acciones, pero en eso no entro que ya tenemos quien se ocupe de
investigar estas cosas.
Hace dos años, entre noviembre
y diciembre de 2011, cuando renegoció lo que parecía ser el acuerdo
definitivo de reestructuración de su deuda, ocurrió algo idéntico. La acción se
veía arrastrada por su sobre endeudamiento en un escenario límite de resultados
y sin visibilidad alguna, y de repente rebotó un 45%, otra vez “de manera
sorprendente”, adelantándose la cotización a lo que un mes después se confirmó,
la renegociación y aplazamiento del pago de la deuda.
La cuestión es, si siendo ésta su
tercera renegociación en los últimos tres años, habrá una cuarta. Personalmente
no lo creo aunque también pensaba que la anterior era la definitiva. Y no
pienso que ocurra porque los bancos no deberían dar más pie a que la situación
se alargue cual chicle pegado en la suela del zapato. Obviamente a mi no me
llegan las filtraciones de lo que se negocia pero no creo que esté muy
desencaminado analizando los siguientes puntos.
Cuando un fondo distress
adquiere deuda renegociada, las posibilidades de volver a sentarse a discutir
los términos son prácticamente nulas. En esta ocasión excepcionalmente ha
ocurrido y dudo que haya una más de gracia. Los bancos por su parte, están de
forma permanente en el disparadero diario de las renegociaciones y aunque puedan
ser más laxos a la hora de discutir los nuevos términos, también tienen vías de
agua por todas partes que impiden ceder siempre. Obviamente esas cesiones no
son gratuitas y esto enlaza con el segundo punto que no tiene tanto que ver con
el coste de la operación sino con otros aspectos como las garantías de cobro.
Es bien sabido que en la última
negociación le fueron impuestos deberes en forma de venta de activos. Cuando
una compañía se encuentra en esa tesitura siempre se ve desde un lado, el de la
venta, pero yo lo miro desde el otro, el de la compra. Una cosa es que se
quieran vender activos y otra cosa que se quieran comprar, y sobre todo, a qué
precios.
Eso es lo que le pasa a Prisa
cuando expone su escaparate. Solo hay interés en dos negocios, Digital+ y
Educación, pues los demás son residuales, con la excepción de la radio, y
por lo que hace cinco años se decía que se descontaban valoraciones
millonarias, hoy no se paga ni un euro. El mejor ejemplo es la prensa.
Dicho esto, vuelvo al activo por
el que apuesto se negocia de forma más activa. No es ninguna novedad decir que
es Digital+, pero que es inminente tampoco. No sé muy bien si será en
verano o en que momento del período estival. Telefónica de forma muy
inteligente espera su oportunidad con una idea muy clara, que no va a enturbiar
su propia cotización pagando lo que pide una compañía devaluada por un activo
que puede comprar a la baja. Prisa tuvo su oportunidad cuando la base de
abonados fijaba los dos millones como su objetivo. Ahora vive una fuga de
abonados que posiblemente le lleve a cerrar el año un 20% por debajo de lo que
era el objetivo, y dando gracias por los que suma merced a los acuerdos con
terceros, que ya veremos lo que dura.
El caso es que Telefónica
valoró en su momento Digital+ en algo más de 2.300 millones de euros, o
lo que es lo mismo, 1.400 euros por abonado. Teniendo en cuenta la depreciación
de este ratio, cada abonado se valoraría ahora en unos 1.000 euros, siendo muy
generosos. El valor de empresa de Digital+ debería entonces situarse en unos
1.800 millones de euros, por debajo de 1x ventas y algo más de 5x el Ebitda
esperado para este año. Eso supone que por el 50% que no controla, Telefónica
no debería de pagar más de 900 millones de euros, ello sin contar la posibilidad
de que Mediaset España entre en la operación.
Por poder puede pero ¿debe Telefónica
pagar esa cantidad? Una compañía con un objetivo híper ambicioso de reducción
de deuda, que supone que todos los bonistas y accionistas estén nerviosos por
los objetivos de deuda, tengo mis dudas. Lo más lógico es que su oferta sea
todavía más a la baja, al menos otros trescientos kilos más. Esto es todo un
suponer, pero es lo que decía antes: el poder no lo tiene quien vende sino
quien compra.
Ante esa hipotética negociación,
a Prisa le queda una única bala en la recámara, que es vender otra
participación minoritaria en su negocio de Educación y Editorial, ya que
vender la totalidad sería una evidencia de capitulación demasiado dolorosa de
aceptar. Si eso ocurre los inversores saben que no ha existido acuerdo en la
pata audiovisual y las valoraciones se revisarían muy posiblemente a la baja,
lo cual dejaría la valoración del grupo nuevamente tocada.
Todo este análisis está muy bien
para tener una opinión si llegado el caso se cierra la operación. Lo que tiene
miga seguramente es dar por buenas las cifras, el timing, y sobre todo,
si será suficiente para salvar la compañía. Mi sensación es que va a
conseguirlo una vez más, devaluando el grupo, pero lo logrará. El vencimiento
en marzo de 2014 de 1.280 millones de euros para los que no hay cash
flow suficiente es lo que marca la obligatoriedad de tomar medidas
urgentes, ya que en 2015 vencen 1.340 millones. Y queda la pregunta del
millón
¿Qué pasará si vendiendo
Digital+ y algún otro activo no basta?
Pues sumen. Si se confirma como
espero la venta a la baja de venta de Digital+ y además consigue colocar
un paquete minoritario del negocio de Educación, podríamos estar
hablando de unos 1.500 millones de euros. A eso le añadimos un free
cash flow para la empresa antes de ventas de activos de cómo máximo 350-400
millones de euros en dos años. Aun no cubriendo los vencimientos, creo que
sobreviviría. Ahora bien, cómo de atractiva quede la configuración del holding
no lo sabría decir. Por eso el valor marcaba mínimos y se dirigía hacia el
abismo, que bien saben los operadores de mesa, hasta que se levantó la liebre
el jueves.
No lo tiene fácil. La verdad es
que no. A Prisa le ocurre como a Sacyr, ambas son empresas
virtualmente quebradas, lo cual es diferente de decir que lo están
técnicamente, con activos en liquidación por los que no puede obtener los
precios que quieran sino los que le digan. Y soy claro, yo no escribo para
frenar la euforia ni porque la compañía me caiga mal o su línea editorial me
guste más o menos sino para reflexionar sobre una empresa pública, cotizada, de
la que puedo ofrecer con libertad mi opinión.
Este artículo fue publicado en El Confidencial el 6 de junio de 2013
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