Este
es sin duda un año de alto riesgo para los gestores. Existe un riesgo evidente
en acertar o equivocarse a la hora de elegir el activo además del consiguiente
temor de errar con la elección sectorial. Esto que resulta una obviedad en sí
misma es relevante cuando se echa la vista atrás en los últimos cinco años y se
observa la evolución en los índices europeos de los tres sectores que yo
llamo “lastre”, que explican porqué el Euro Stoxx 600 todavía
acumula un retorno negativo del 22% a la última fecha disponible.
Es
fácil imaginar de qué sectores hablo: Bancos (-65%), Utilities
(-60%) y Telecos (-43%). El peor de todos es el integrado por las
compañías de recursos básicos y materias primas, cuyas pérdidas ascienden al
67%.
Enlazando
con la idea inicial, este ejercicio en el que todos tenemos claro que o
incorporamos riesgo a las carteras o nos conformamos con retornos bajos,
conviene plantearse de vez en cuando si los sectores “lastre”, que son
los de mayor peso en los índices, emiten señal verde o siguen en modo
ámbar-rojo. Si el inversor se limita al mercado español esto es crucial
pues hablamos de que entre los tres sectores suman dos tercios del total de
valor de mercado del Ibex.
Con
esa idea, he estado dándole una vuelta a las telecos ya que leyendo
noticias de los últimos días, percibo factores que en un plazo corto de tiempo
pueden mover algo el sector, cuando menos agitarlo. El más relevante es la
llegada del 4G, que aproxima una probable y muy interesante guerra de
precios que sin duda avivará el factor competitivo, para mi un riesgo para este
sector ya que le confiere una prima negativa de valoración. Personalmente veo
la competencia buena, pero no como consumidor donde es evidente, sino como
inversor porque ayuda a distinguir las buenas de los malas estrategias de las
compañías.
Con
el 4G creo que se va a poner de manifiesto la verdadera capacidad de
lucha del sector justo en su peor momento, pues aquí influyen muchos factores.
Quizás el más importante es el riesgo de que muchos hogares prescindan del ADSL
pues teóricamente el 4G iguala o incluso supera la velocidad de descarga
media contratada en los hogares. ¿Quién sufriría? En mi opinión Jazztel sería
de las que más. Prescindir del fijo y de la banda ancha de una tacada si se
tiene amortizado el móvil y se garantiza alta velocidad y cobertura interior,
es una jugada que no les viene nada bien a ninguna pero en especial a Jazztel.
La cuestión es que el impacto no va a ser nunca a corto plazo sino a medio,
primero porque el desarrollo de esta tecnología no es barato y por eso no habrá
“barra libre” en su comercialización, quedando limitada presumiblemente a
clientes Premium de mayor capacidad de gasto, y segundo porque la plena
operatividad del 4G se testeará cuando se liberen frecuencias donde es
realmente efectiva.
¿Qué
pasaría con Telefónica? En los últimos años viene sufriendo una sangría
de clientes de móvil por lo que es de esperar que además de haber mejorado sus
ineficientes ofertas convergentes, busque dar un golpe de mano con el 4G.
Siendo previsiblemente la última en mostrar sus cartas, ahora no cuenta con
espacio en las frecuencias disponibles, no creo que se quede muy descolgada con
respecto a los competidores pues el impacto como comentaba es previsible que se
produzca en el medio plazo.
Puede
que sea cuestión de imagen, pero al hilo de este desarrollo futuro un reputado
gestor me comentaba hace unos días cómo cambia la realidad cuando la necesidad
aprieta. Ante el retraso en el desarrollo del 4G, Telefónica
podría iniciar acuerdos con competidores para poder llevarla a sus clientes en
un intento de frenar la pérdida de los mismos (-7% a/a en este primer trimestre
que se suma a una trayectoria descendente brutal en los últimos años). Entre
ellos se habla de Yoigo, y este colega destacaba con acierto cómo está Telefónica
cuando son los pequeños los que atraen a los grandes, aunque sea por necesidad
técnica y temporalmente, bien, pero es el mensaje lo que cala. Qué daño le hace
esto en cuestión de imagen a una compañía que nació como un monopolio y que ha
actuado con una prepotencia importante durante toda su historia.
La
cuestión de si percibo o no alguna señal entre las telecos no está en el
análisis de las nuevas redes disponibles ni las posibles ofertas de precio.
Está en que al final el sector sigue inmerso en un agresivo proceso competitivo
que sigue erosionando márgenes. Un efecto que será visible en Jazztel, pues
la propulsión de los últimos años afloja y con bastante seguridad este
ejercicio veamos un cambio considerable en su perfil de crecimiento. Ha perdido
calado su mensaje y la supuesta calidad de servicio hace tiempo que ha
desaparecido. Tampoco el precio es el argumento que fue.
Jazztel impulsará el crecimiento en fibra
óptica y seguirá focalizada en ganar clientes, pero está en fase también de
perderlos pues su oferta se ha igualado notablemente. Son uno más. Mientras,
acometerá un agresivo plan de inversiones de la mano de sus socios chinos, un
acuerdo que a mí personalmente me genera, por experiencia, más dudas que otra
cosa. Mientras, Telefónica ya sabemos dónde estará centrada, en defender
su decreciente negocio europeo y rebajar al máximo posible su deuda que es lo
que hoy en día más le penaliza. Pero eso no le va a salvar del aburrido rango
de precios en el que se suele instalar. Lástima su vuelta al dividendo, un
error estratégico ya cometido.
Como
idea general, sigo viendo a las telecos como un sector que no ofrece
elemento diferencial alguno. Sus servicios se han estandarizado y las que
dependen en mayor medida de sus negocios europeos, se ven lastradas por
crecimientos de población estancados y consumos deprimidos. Sigo sin ver elementos
de valor en el sector suficientes como para girar al sector así que el semáforo
de la inversión para las telecos sigue en el rojo.
Este artículo fue publicado en El Confidencial el jueves 30 de mayo de 2013
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