El profundo cambio que todavía
hoy sigue afectando a nuestro sector bancario ha contado con movimientos de
todo tipo por parte de las entidades que forman parte del sistema. Sin embargo,
se echaba en falta la actividad del Santander cuya participación no había
pasado del interés residual por participar en la puja de alguna de las
entidades nacionalizadas, siendo este un factor que no pasaba desapercibido ya
que se trata de la primera entidad bancaria europea por capitalización bursátil
y la más importante de España por volumen de activos. En las últimas semanas,
la entidad ha empezado a dar pasos en ese sentido primero convirtiéndose en el
primer accionista de la Sareb con una inversión de hasta 840 millones de euros,
y segundo dando un importante giro en su política en España al reunificar su
imagen comercial con la propuesta de absorber Banesto y Banif. El análisis de
esta segunda operación tiene muchas implicaciones.
En primer lugar, analizando el sentido y el momento. Santander da
un paso importante en su estrategia en España y reunifica todas sus marcas para
hacer visible una única enseña bajo cuyo paraguas aglutinará toda su actividad
comercial a todos los niveles. No olvidemos que a pesar de que Banesto forma
parte del balance del Santander desde hace casi 20 años es una entidad
centenaria, bien asentada y con una implantación muy arraigada fundamentalmente
en el segmento de banca de empresa, con lo cual este cambio supone asumir un
riesgo de ejecución por la desorientación que pueden sufrir ciertos clientes lo
que podría provocar cierto riesgo de pérdida de masa crítica sobre todo en
banca personal, donde prima mucho más la marca y la imagen sobre otros conceptos,
en una etapa de lo más inoportuna. En cuanto al momento, teniendo en cuenta la
necesidad urgente de Banesto de cumplir con la normativa impuesta por los
Reales Decreto, que ascienden a una cifra aproximada de 1.400 millones de euros
en este último trimestre o lo que es lo mismo el 65% de la exigencia
regulatoria, el mensaje en este sentido parece bastante claro pues parece más
un rescate y por tanto una necesidad más que una oportunidad.
En segundo lugar, es interesante medir la operación desde el punto de
vista de los accionistas. Los de Banesto ganan poco, los de Santander nada.
Para algunos analistas puede que sea una atractiva puerta de entrada en
Santander vía una prima que es interesante pero en términos prácticos es testimonial.
La realidad es que Santander está pagando el mismo precio al que estaban las
acciones en marzo. Pero lo que de verdad resta brillo sobre dicha prima, es el
hecho de que la cotización de Banesto ha sufrido una pérdida del 80% en los
últimos cinco años y tras esa increíble destrucción de valor ofrecer un canje
primado al 25% parece poco atractivo para el inversor de largo y medio plazo,
que probablemente sea la mayoría. Por ese motivo, el interés de convertirse en
accionista directo del Santander puede estar en el hecho de pasar a un nivel
superior de liquidez y de solvencia, poco más. El gancho del dividendo es muy
cuestionable en los tiempos que corren y no parece suficiente ahora que los
dividendos se pagan diluyendo a los accionistas. Los accionistas del Santander
no salen perjudicados pero la cotización no ha reaccionado como debería pues
descontando la mínima dilución que supone para Santander integrar Banesto y
valorando las sinergias esperadas netas de costes e impuestos, cabía esperar un
pequeño repunte de la acción. Precisamente la reacción de las cotizaciones ha
sido muy significativa pues en un primer momento ni la acción de Banesto se ha
acercado al precio ofertado ni la del Santander a la puesta en valor de unas
sinergias no descontadas.
¿El motivo? Seguro que las razones
de la operación estén muy bien estudiadas siendo éste el tercer y último aspecto a analizar de la operación. La
imputación de extraordinarios en la cuenta de resultados del Santander puede
tener sentido si como parece, el ciclo se mantiene tan adverso para los bancos
españoles y la presión sobre sus modelos en los niveles actuales no afloja. Lo
que parece evidente es que de esa manera se está camuflando un pequeño profit worning con un coste
extraordinario que nadie esperaba, más si cabe cuando el movimiento lógico
habría sido hace seis años poner en venta Banesto como algunos esperábamos.
En definitiva, Santander parece
dispuesto a capitalizar protagonismo en esta última fase de consolidación
bancaria en España. Primero dando un giro radical a su estrategia, más por mor
de la situación que por la oportunidad que ello supone, y que no parece que
será el único de confirmarse una más que probable adquisición de alguna de las
entidades nacionalizadas. Las apuestas están en la mesa.
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